Los comicios del 11 de agosto dejaron al Frente de Todos a un paso de la Rosada, para revertir este panorama adverso el oficialismo deberá hacer una triple maniobra: convencer al menos a unos dos millones de votantes que se abstuvieron en las PASO de concurrir a las primarias, bajar la cantidad de votos nulos y en blanco y seducir a los votantes de los otros espacios. Aquí exploramos estas posibilidades.
Un escenario electoral complejo para el oficialismo
El pasado 11 de agosto se llevaron a cabo las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas (PASO) como parte de la “carrera” presidencial en Argentina. Ahora que ya se disipó el humo del campo de esta batalla electoral, es momento de realizar algunas observaciones generales para comprender mejor lo que es posible esperar en los comicios de octubre.
En papel, las PASO deberían servir para, primero, democratizar la estructura interna de los partidos al hacer que la elección de sus candidatos sea mediante el voto y segundo, para agregar demandas sociales, condicionando a los partidos a superar un umbral de votos. Un partido que no supera un 1,5% de los votos válidamente emitidos, difícilmente puede alegar representar los intereses del electorado.
La escasa disciplina partidaria y la personalización de las preferencias electorales desnaturalizaron en cierta medida un instrumento que, hoy por hoy solamente cumple con la segunda función mencionada. Así, de las diez fórmulas que se presentaron a las PASO solamente seis competirán en la primera vuelta.
Lo interesante del caso es que al ser una elección obligatoria donde deben participar todo el electorado (ya sea que esté afiliado a un partido o no), constituye un punto de partida confiable a partir del cual los actores partidarios revisarán sus estrategias electorales y los votantes terminarán de definir su voto.
El escenario, junto con las “reglas de juego” modificará el comportamiento de los partidos y de los electores. En este sentido hay que recordar que para consagrarse presidente en primera vuelta, una formula debe:
a) Obtener más del 45% de los votos afirmativos válidamente emitidos.
b) Obtener al menos el 40% de los votos afirmativos válidamente emitidos, existiendo una diferencia de, al menos 10% respecto del total de votos afirmativos, válidamente emitidos correspondientes a la fórmula que le sigue en cantidad de votos.
De mantenerse los números de las PASO, la lista del Frente de Todos obtendría un triunfo en primera vuelta, ya que se daría la opción a) puesto que habría obtenido el 49,19% de los votos válidamente emitidos (un 47,66% si contemplamos los votos en blanco dentro de esta categoría) frente a un segundo lugar de Juntos por el cambio con un 33,12% (baja al 32,09 si contamos los votos en blanco).
Para que se diera un ballotage entonces, el porcentaje del Frente de Todos debería bajar al 44,99% (como mínimo) y el porcentaje de votos válidos obtenido por Juntos por el Cambio debería subir al menos a un 35%.
¿Qué podemos esperar en Octubre?
Suponiendo que los votos del Frente de Todos no cambien drásticamente, algunos factores que podrían alterar el escenario electoral son:
I) El voto en blanco ¿es esperable que se transforme en afirmativo?
II) El voto anulado ¿es posible que pase a ser válido?
III) El efecto del umbral de votos. Hay votantes que no van a poder votar por su “primera opción” electoral en los comicios de octubre dado que su partido no superó el 1,5% de los votos válidos.
IV) El cálculo político efectuado por los votantes de las fuerzas que no son principales contendientes.
V) La participación electoral ¿es factible que quién no fue a votar lo haga?
Repasando punto por punto:
I) Es posible esperar que la proporción de votos en blanco disminuya, en 2011 pasó del 4,44% de los votos válidos al 3,5% (una baja del 0,94%) y en 2015 bajó del 4,27% al 2,55% (cayó un 1,72%). En estas PASO el voto en blanco se ubica en un 3,11% de los votos válidos, el promedio de caída es de un 1,33%. Los votantes optarían por expresar una opinión de adhesión o rechazo a una lista, más que por expresar su rechazo a la oferta electoral existente.
II) También es esperable que disminuya el porcentaje de votos anulados. En 2011 cayó de un 1,21% a un 0,98% (variación de 0,23), en 2015 del 1,19% al 0,77% (una variación de 0,42%) con un promedio de caída del 0,33% de una instancia a la otra. Al igual que en el punto anterior disminuye el porcentaje de votantes que expresan su rechazo al sistema.
III) El umbral del 1,5% de los votos válidos, exigido para que un partido pueda competir en las primarias, hace que algo más de unos 300.000 votantes (un 1,27% de los votos válidamente emitidos) queden sin la opción electoral que habían escogido en un primer momento, es decir que deberán plegarse a otra propuesta partidaria.
IV) El resultado de las PASO modifica el comportamiento electoral de los votantes, hay una tendencia a que los partidos que menos votos obtuvieron en las PASO empeoren su performance.
Así en las PASO de 2015 fue claro cómo solamente dos espacios: el Frente Para la Victoria y el Frente Amplio Progresista, aumentaron tanto en cantidad de votos como en porcentaje de votos válidos. Los partidos con peor performance en las PASO aportaron muchos de estos votos.
En 2015 el escenario se modificó por el aumento en la participación electoral, si bien aumentó el número de votantes del Frente Para la Victoria, Cambiemos, el Frente de Izquierda y los Trabajadores y el Frente Renovador, solamente en el caso de cambiemos hubo un aumento en el porcentaje de votos válidos, esto indicaría un crecimiento más marcado que el de sus contendientes. Partidos como “Progresistas” o “Compromiso Federal” fueron percibidos como opciones poco viables electoralmente y perdieron, tanto caudal de votos como porcentaje de votos válidos.
Es posible esperar que haya una “migración” de votos hacia los espacios dominantes, dada la tradición presidencialista de nuestro país y dado el hecho de que se trata de cargos donde “el ganador se lleva todo”. El comportamiento electoral en PASO anteriores nos indicaría esto.
V) Finalmente consideramos el factor que más puede modificar el escenario electoral, dado el elevado porcentaje de abstención electoral.
Posibles escenarios Gráfico 1: Participación electoral, PASO 2019.
Fuente: Farías Consultores en base a datos de la Dirección Nacional Electoral.
Es difícil predecir cómo se comportará la participación electoral, dadas las experiencias anteriores (PASO 2011 y 2015) parece que el votante que se abstiene en las PASO concurre a votar cuando percibe que su voto “vale”.
Así en las PASO 2011 cuando el triunfo del Frente para la Victoria parecía asegurado (obtuvo un 50,24%, su competidor más próximo, la UCR un 12,20), la participación electoral bajó un 2,02%. En 2015, frente a un escenario de mayor paridad (FPV 38,67% versus un 30,12 de Cambiemos), la participación electoral aumentó un 8,7%.
Teniendo en cuenta que el 1% del padrón son unas 326214 personas un aumento de esa magnitud (8,7%) supondría 2838061 nuevos votantes, este sería el factor que más impacto podría tener ya que la abstención asciende al 24,21% del padrón.
De todos modos, lo esperable es que no haya un aumento tan significativo de la participación, hay tres escenarios que son ciertamente más factibles
a) El porcentaje de votos anulados y en blanco disminuye (de acuerdo con los puntos anteriores: 0,33% y 1,33%) pero la participación se mantiene constante en un 75,79%, es decir, hay 24070287 votos válidos (no en blanco). En este caso para llegar a un ballotage el Frente de Todos debería perder 792798 votos y Juntos por el Cambio debería ganar 599604.
b) El porcentaje de votos anulados y en blanco disminuye (en las proporciones antes nombradas) pero en este caso la participación electoral aumenta a un 78,72% (el promedio de participación electoral de las últimas cuatro elecciones presidenciales: 2003, 2007, 2011 y 2015). Con 25679894 votos válidos, el Frente de Todos debería perder 374146 votos y Juntos por el Cambio ganar 925295 votos.
c) Con las mismas consideraciones respecto a los votos nulos y en blanco la participación electoral subiría a un 80,77%, (el promedio más una desviación estándar), habría en este caso 26348641 votos válidos. Ello supondría que para forzar un ballotage el Frente de Todos debería perder unos 81233 votos en tanto que Juntos por el Cambio tendría que sumar 1153167 votos.
Gráfico 2: Votos por Categorías, comparación.
Fuente: Farías Consultores en base a datos de la Dirección Nacional Electoral.
Todos los escenarios son complejos y parecen difíciles de revertir para el oficialismo, no obstante de los tres esbozados en este apartado el último sería aquel con mejores perspectivas, al menos para tener posibilidades de competir en una segunda vuelta. En las PASO de 2015 Cambiemos logró crecer más que su principal contendiente y recibió la mayor parte del caudal de votos opositores al Frente Para la Victoria, la diferencia obviamente está en el volumen a crecer para seguir con chances de ir a un ballotage.
La primera ronda pasó. Como en un juego por “turnos” los agentes sacarán conclusiones y evaluarán su comportamiento para la próxima ronda de movimientos. Por supuesto que estos cálculos estarán influenciados por elementos del contexto y mediados por la subjetividad de dichos agentes (en términos de preferencias ideológicas y horizontes de sentido), no obstante siempre es útil mirar el pasado para pensar los posibles caminos que tomará el futuro.